Política peruana: ¿de dónde vienen tantos ‘mesías salvadores del Perú’?

Nota: Este post se refiere específicamente a la política peruana, pero puede ser aplicado también a las situaciones de otros países de la región.

Próximos a entrar a un nuevo proceso electoral, los votantes peruanos vuelven a buscan entre los postulantes al nuevo ‘mesías’ político peruano. En momentos de crisis todos reclaman ser «el candidato que salvará al Perú»: la única opción real de cambio, aquel que nos liberará del ‘atraso’ en que nos encontramos, y el que nos encaminará a la industrialización y a ser un país del primer mundo en tan sólo cinco años… Pero, ¿de dónde viene esta tradición de buscar a tan ansiado ‘mesías’?

La idea del ‘mesianismo’ político en el caso peruano viene desde el siglo XVI cuando, tras la conquista, comenzó a surgir el mito del Inkarri: el día en que el Inca vencido resurgiría de la tierra y daría vuelta al orden de las cosas, liberando a los oprimidos por los españoles. Esta idea es vital, pues ha sido usada a lo largo de nuestra historia para justificar distintas actividades políticas, de las que sobresalen dos: la rebelión de Túpac Amaru II (ocurrida a finales del siglo XVIII) y el gobierno revolucionario de las Fuerzas Armadas, liderado por el general Juan Velasco Alvarado (1968-1975).

El mito del Inkarri

En un país con una población nativa mayoritaria, no es sorpresa que estas ideas redentoras, la búsqueda de un líder que restaure el orden y la gloria de antaño sea tan popular y despierte ilusión la población. Este ‘mesías’ político ha sido buscado a lo largo de la historia y, hasta ahora, parece que nos hemos topado solamente con impostores, pues aquellos que prometieron ser «los salvadores del Perú», resultaron muchas veces -tras diversos experimentos políticos- dejar el país en situaciones desastrosas. Veamos algunos casos referentes del siglo XX:

1. El segundo gobierno de Augusto B. Leguía (1919-1930)

Este empresario provinciano llegó a ser presidente del Perú en dos ocasiones, siendo la segunda muy recordada por sus medidas durante el tiempo en que estuvo a cargo.  Al momento de su postulación a las elecciones, fue aclamado por la juventud deseosa de un cambio estructural del rumbo que estaba tomando el país, gobernado durante casi dos décadas por la llamada República Aristocrática. Asimismo, fue llamado «Maestro de la Juventud» y «Viracocha» por las federaciones de estudiantes e indígenas del Perú, respectivamente. No obstante, su gobierno se caracterizó por años de represión de varias libertades, fuerte inversión extranjera (mayormente de EEUU), culminando con la tan infame Crisis del 29, que acabó por afectar al país más de lo que se esperaba. El final de sus días los pasó en la cárcel, falleciendo en 1932.

2. Primera fase del gobierno militar de las Fuerzas Armadas (1968-1975)

Entrando mediante un golpe de Estado el 3 de octubre de 1968, el gobierno revolucionario al mando del general Velasco se caracterizó por tener una marcada tendencia nacionalista, utilizando el mito del Inkarri y la figura de ‘revolucionario’ Túpac Amaru II como propaganda de su régimen. Ello se pone de manifiesto con la nacionalización de diversos sectores económicos y la revalorización de lo andino durante su gobierno, como el dictado de clases de quechua en los colegios. Quizás lo más recordado del régimen sea la supuesta frase que se le atribuyó a José Gabriel Condorcanqui: «Campesino, el patrón ya no comerá más de tu pobreza». Lamentablemente, las cosas no salieron como se esperaba y diversos problemas de carácter económico y social han dejado huella en la mentalidad de la generación que vivió aquellos años.

Imagen de Túpac Amaru II utilizada como propaganda oficial por el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas

Este periodo es de vital importancia para la historia del ‘mesianismo político’, pues la irrupción de otro gobierno militar en la frágil historia electoral peruana significó el principio del fin de los partidos políticos tradicionales, los cuales terminaron cayendo -de nuevo- en el caudillismo bajo la figura de la «personalización de los partidos políticos».

3. El primer gobierno de Alan García (1985-1990)

Quizás el mejor ejemplo de lo último mencionado. Cuando falleció Haya de la Torre en 1979, la imagen del Partido Aprista Peruano quedó mermada al desaparecer su líder máximo. En el proceso, y tras barajearse la posibilidad que Armando Villanueva tomase el lugar de Haya, se erigió una figura joven, carismática y con una oratoria de ensueño: Alan García Pérez. Como candidato captó la atención de muchos debido a su capacidad de convencimiento y, para qué negarlo, su atractivo físico. Todo ello, sumado al 30% del ‘voto duro’ del APRA -partido que había perdido por diversos motivos elecciones anteriores y perseguido por varios gobiernos- le permitió ganar en primera vuelta las elecciones. ¿El resultado? Tras aplicar políticas de corte estatista, siguiendo los preceptos del partido, se llegó a una hiperinflación tan escandalosa (más del 2000%), que los economistas de todo el mundo han escuchado de ella.

4. El gobierno de Alberto Fujimori (1990-2001)

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Llegando a uno de los más recordados presidentes de nuestra historia reciente, tenemos a un peruano-japonés que, tras el desastre económico del APRA y con los partidos políticos totalmente desacreditados -pues el anterior era el último que no había tenido una oportunidad de probar su eficacia-, decidió postular con un partido independiente: ser un ‘outsider’ con Cambio 90. Increíblemente, su mensaje de «Honradez, Tecnología y Trabajo» logró captar simpatías en la población, llegando a derrotar en segunda vuelta a Mario Vargas Llosa (futuro Premio Nobel de Literatura), quien liberaba el FREDEMO, una agrupación que agrupaba a ciertos partidos liberales caídos en desgracia en la década pasada.

Tras su triunfo, y con una severa oposición en el Congreso, decidió disolverlo mediante un autogolpe de Estado (1992), y promulgando una nueva Constitución Política (1993). Durante su gobierno se cometieron diversos actos de corrupción generalizada asesorado por Vladimiro Montesinos. Tras dos reelecciones, la opinión peruana era de desaprobación a un régimen que se había convertido en autoritario, exigiendo su renuncia en el 2001. Tras renunciar via fax, se le capturó en 2005 en Chile y, tras varios juicios en Perú, se encuentra en prisión por distintos delitos, entre los que destacan corrupción y violación a los Derechos Humanos.


Como vemos, la búsqueda de un «salvador del Perú» no es nueva, y los intentos que hemos tenido a lo largo de nuestra historia republicana nos han dejado, en casi todos los casos, experiencias no del todo agradables. ¿Será que en estas elecciones encontraremos, por fin, a ese tan ansiado ‘mesías’ político? ¿o será que tendremos que soportar otra experiencia negativa en nuestra muy frágil política peruana? ¿Cómo se encuentra la situación electoral en sus países?